... empezando a escribir una historia. Antes de que las olas del tiempo diluyan las huellas de tus pasos y tu masa ígnea solidifique haciendo imposible indagar lo que pasó.
Este ejercicio no está exento de un particular exorcismo. Pero, aún dándome cuenta, es la historia que conozco, la vivida por mí, la que quiero contar... ¿hay alguna historia que no sea sino un reflejo del que la cuenta?.
Los hijos nos asoman al misterio insondable de la vida, al igual que la muerte. Ambas experiencias nos ponen en conexión con algo que se oculta a nuestros ojos y a nuestro oídos, algo que está más allá y de donde procede , y a dónde regresa, todo hálito vital. Digo esto porque las circunstancias no son sino el resquicio por el que la vida fluye, pese a nuestro desconcierto y perplegidad.
2003, mes de julio. Somo, Cantabria. Ahora, en esta tarde ya anochecida de un Noviemte incipiente, oigo a tu madre leerte un libro. Han pasado 9 años.