domingo, 22 de diciembre de 2019

final

Soy mi sombra, y huía de mi mismo.

Esa sombra, de la que huía, me ha alcanzado; por fin. No hay paz, ni esperanza, ni consuelo.

Ahora lo reconozco. El engaño de querer sentirse acompañado cuando no es posible, la ilusión de aullentar una soledad que es parte de mí, que soy yo, causa dolor en mí y a mi alrededor.

He tocado fondo.

Sólo ansío ahora esa soledad que me dolía y me desgarraba y que ahora reconozco como parte de mi yo. Qué espanto de Navidad hiriente.

Pienso en borrar estas líneas que me hacían sentir falsamente acompañado. No son más que otro auto engaño.

Hace años quise escribirte, para darte algunas claves que te permitiesen entender, para acercarte en el futuro unos retazos de historia, de quién soy yo, de quien eres tú. Pero pronto empecé a escribir egoístamente para mí. Para intentar engañar inútilmente mi soledad. Me sentía acompañado por lectores inexistentes.

Ahora me repugna la autocompasión y egoismo que veo en estas líneas. El engaño mantenido de hablar con esa sombra imaginándola viva.

No me siento con derecho a hurtártelas estando dirigidas a ti. En cualquier caso su lugar ya no es este.