sábado, 16 de diciembre de 2017

desnudo

He recibido la visita que esperaba, se ha asomado a este rincón tras mi insistencia. Después de una incómoda incertidumbre, de una impaciente espera he sabido que sus ojos se han paseado por estas... por estos esbozos, esbozos ¿de qué?

Me asaltan mil temores, mil dudas, mil recelos. Me siento avergonzado, expuesto, frágil... me siento desnudo... ¿Para quien y para qué escribo?

Y, sin embargo, deseaba con erótica excitación desprenderme de ropas, de velos... de apariencias. De las convenciones que día a día apagan, silencian, sepultan a un yo que se revela, que grita, que quiere lucir. Un desnudo no muestra nada que no quiera aquel que se desnuda. ¿Hasta dónde quiero yo desprenderme de mi piel, de mi voz, de mi tumba?

Mi soledad y mi fracaso, mis temores y mi debilidad se asoman en lo que escribo. Son mis sombras, las sombras que mi propio yo arroja sobre mi cuerpo, y lo muestran y lo ocultan a un tiempo. Le dibujan y le dan volumen, fondo, verdad.

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