Han pasado ya más de un par de meses pero sigo sintiendo la emoción y el inmenso placer del momento.
Para volver desde Cantoblanco a Galapagar conduzco por la carretera M618. Es una carretera comarcal que cruza el norte del Parque de la cuenca alta del Manzanares.
El breve trayecto, en el crepúsculo de un día al final del invierno, me recuerda vivamente las primeras escapadas en coche con el carnet de conducir recien estrenado. Perdiéndome por pequeñas carreteras buscaba paisajes desconocidos y solitarios, excitado por descubrir algo nuevo, algo diferente, algo mío.
Atravieso un bellísimo paisaje, adormilado aún por el invierno. Los colores tristes, apagados, la luz ya escasa y el camino sinuoso parecen querer pintar en un inmenso lienzo mis sentimientos.
Avanzo sin detenerme, en silencio, no hago fotos. Excepto conducir sin prisa no hago nada para que este momento mágico se prolongue. Temo que vaya a terminar en unos instantes, que no volverá. Y se que escibiré sobre ello.
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